Las bandas de rock más que admiradores tienen fans. Y vaya que Café Tacvba (así, con v, para no molestar a los dueños del Café de Tacuba) tiene fans.
Un fan es apasionado, impetuoso, expresivo, pone su vida en las manos de sus ídolos. Un fan grita y llora en los conciertos, usa las canciones y los discos para marcar hitos de su historia personal, se siente unido irremediablemente a la banda.
Seguir siendo intenta ser el otro lado de la moneda: Café Tacvba contando en primera voz los hitos de su propia historia, como es esta banda tan irremediablemente unida a su público.
Filmado durante la gira de 2008-2009 en que Café Tacvba celebró su vigésimo aniversario, Seguir siendo toma su título de una de las canciones del disco Sino, el último que ha lanzado el grupo.
Filmado durante la gira de 2008-2009 en que Café Tacvba celebró su vigésimo aniversario, Seguir siendo toma su título de una de las canciones del disco Sino, el último que ha lanzado el grupo.
Es un buen título: en un panorama musical en el que los grupos musicales no suelen durar más allá de la euforia inicial, Los Tacubos se han mantenido unidos haciendo las cosas exactamente como ellos han querido.
En la cinta, los vemos tocar en México, en Argentina, en Estados Unidos y hasta en Japón. Siempre el mismo fenómeno: recintos llenos, fans entregados, todos (hasta los japoneses) cantando cada canción.
No sólo hay escenas recientes. Al principio Rubén Albarrán, el vocalista de múltiples identidades (cambia de nombre cada disco), muestra los primeros volantes de “toquines” en locales de Ciudad Satélite, Ojo de agua, Cuatitlán, en el clásico club Rockotitlán. De pronto los vemos como eran entonces: greñudos, fachosos, disfrazados de chinacos y de xochimilcas cantando “Pinche Juan” y “Noche oscura”. Y el fan que los ha seguido de siempre, sueña: estaba en la primaria, en la secundaria, di mi primer beso, me corrieron de mi casa, esa se la dediqué a mi novia…En la cinta, los vemos tocar en México, en Argentina, en Estados Unidos y hasta en Japón. Siempre el mismo fenómeno: recintos llenos, fans entregados, todos (hasta los japoneses) cantando cada canción.
El documental abre con una escena que yo misma recuerdo haber visto en casa de mis papás, hace más de 15 años: Paco Stanley presenta a Café Tacvba. A Quique, el bajista, le dije cachetón. Rubén dice: “Es que nosotros no somos rockeros” y Paco se burla de su tonito. Lo recuerdo muy bien. Cerraron ese programa con “Las persianas”.
Así de emocionantes e íntimas se ponen las cosas en Seguir siendo. Pero de nuevo es la intimidad de los fans. ¿Dónde está la banda?
El documental, dirigido con buena mano por José Manuel Cravioto (que muestra de nuevo el talento que ya había enseñado en “Los últimos héroes de la península”) y Ernesto Contreras, no narra la historia como tal del grupo. No hay un recorrido cronológico desde Ciudad Satélite hasta los discos de platino. Pero su falla más importante es su incapacidad de realmente acercarse a Joselo, Quique, Emanuel y Rubén.
Hay algunas confesiones personales. Impactante la de Joselo Rangel, que sin abundar mucho habla de sus problemas con el alcohol. En otra escena, vemos a la hermana de Joselo y Quique poniéndoles la coreografía de “Déjate caer”. Pero eso es todo.
En cierto momento del filme, los directores se reúnen con Los Tacubos para pedirles que los dejen filmar su proceso creativo. Uno cree que la cámara va a captar el instante mismo en que sabemos exactamente quiénes son las personas reales detrás de las grandes estrellas, que vamos a entender qué es lo que los mantiene juntos. La escena se corta. Volvemos a la gira.
Seguir siendo es una buena película de conciertos, sin duda emocionará a los fans. Pero Café Tacvba sigue siendo un enigma. Tal vez es que en realidad no hay mucho más que buscar: con su música ha de bastarnos.
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